La deforestación de árboles tiene una relación directa con las inundaciones causadas por la salida de los cauces de los ríos. Los árboles son importantes para regular el flujo de agua y evitar que se acumule en lugares no deseados.
Cuando se talan árboles en una cuenca hidrográfica, se reduce la capacidad del suelo para retener agua durante períodos de lluvia intensa. En lugar de ser absorbida por el suelo y los árboles, el agua corre hacia los ríos, aumentando rápidamente el volumen de agua en los cauces y provocando inundaciones.
Además, los árboles también ayudan a reducir el impacto de las lluvias torrenciales al interceptar el agua de lluvia y disminuir la velocidad a la que ésta llega al suelo. Esto permite que el agua sea absorbida por el suelo de manera gradual, lo que reduce la erosión y el riesgo de inundaciones.
La deforestación también puede tener un impacto indirecto en la ocurrencia de inundaciones. Cuando se talan los árboles, se eliminan las raíces que sostienen el suelo y que previenen la erosión. Con el tiempo, esto puede debilitar la estructura del suelo y provocar deslizamientos de tierra que obstruyen el flujo de agua en los ríos y contribuyen a las inundaciones.
Es importante tomar medidas para detener la deforestación y promover la reforestación en las cuencas hidrográficas. La restauración de los bosques es clave para mantener la salud de los ecosistemas acuáticos y reducir el riesgo de inundaciones. Además, es necesario implementar prácticas sostenibles de gestión de cuencas hidrográficas para garantizar el uso adecuado del agua y reducir la vulnerabilidad de las comunidades a las inundaciones.